sábado, 20 de septiembre de 2008

De remera y ojotas.

Nacho y Los Caracoles – “Nacho y Los Caracoles”
Independiente – 2008.-
Compré este disco por el antecedente de Nacho de haber integrado Doris, banda que me gusta pero que creo que fue un poco sobredimensionada hace un tiempito atrás. Nacho Rodríguez ha emprendido su valiente derrotero solista liberado, si es que alguna vez estuvo preso, de las otras mentes inquietas de su antigua banda. Y la referencia es, a mi juicio, inevitable ya que el nuevo trabajo de nacho lo muestra tan inquieto y libre para meterse con los más diversos ritmos y estilos (hay bossa, bolero, canción) pero con un grado de desnudez y despojo que le restan atractivo a las composiciones. Haciendo una comparación que puede ser bien tildada de frívola, es como la vestimenta de las mujeres: si se tiran el ropero encima, se pasan de rosca y adiós elegancia. Pero si pecan de sencillas, quedan sosas. El tan deseado y difícil punto de equilibrio es el que pone las cosas en su lugar. Con la música me pasa algo parecido: una canción sobreproducida me aburre. Pero la desnudez total, el minimalismo, el despojo total, también. Tiene que haber ese toque seductor. Ese sombrero que rompe con todas las reglas; esa melodía que no te podés sacar de la cabeza; los zapatos de taco aguja cromados con el vestidito negro, el fraseo de guitarra encantador…
Las canciones son como de juguete, ingenuas. En ocasiones en un portugués medio forzado (que en Doris me resultó una humorada inteligente) o con vocalizaciones en extremos agudas. Una guitarra acústica sola no alcanza para sostener melodías poco enriquecidas.
Si bien es claro que mi gusto personal (única brújula de mis comentarios y de la búsqueda del ganador del premio) se orienta claramente a composiciones más eléctricas y rítmicas, no constituye razón para que no me vea atraído por propuestas más folk como es este caso. Pero insisto en que es como una cuestión de vestuario elegante. Me parece que los Caracoles quedaron, al empilcharse, demasiado austeros para la fiesta del Premio Mr. E. Tienen todo el derecho del mundo.

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