El disco que le va a gustar a tu abuelo.

Angela Tullida. "Tripascorazón".
Piloto de Tormenta - 2009.-

Tengo la firme convicción que el tango es rock. En sus orígenes era una manifestación musical de firme corte contestatario, de jóvenes rebeldes que, en el lugar de en el Einstein, se reunían en Lo de Hansen para protestar contra lo establecido, levantándose contra lo instituído por el mundo académico y la sociedad de la época. El rock no había nacido aún pero en Buenos Aires había un movimiento cultural imbuído de una espiritualidad que se anticipaba hasta el punk. Después se oficializó, pasó a ser parte de la cultura popular y, tras el reconocimiento social, tomó una posición central y representativa de Buenos Aires y de la Argentina toda. Igual que el rock.
Angela Tullida parece ser el nexo perfecto entre tango y rock, alimentando su arte de las dos corrientes que, de su mano, se convierten en una sola. Y esa capacidad de amalgamar es un mérito digno de ser elogiado.
El álbum está entintado de dolor, melancolía y desolación. Es tango, es rock. Bebiendo de Nick Cave y Tindersticks, emborrachándose de Edmundo Rivero, sufriendo ya desde la tapa historias de desangelados y marginales con el sonido de violines nostálgicos que lideran una orquestación afligida y una voz profunda, casi trágica.
El lunfardo, la villa, la minas de cabaret, la vida que duele y se aguanta ("Tripascorazón") recorren el disco permanentemente. La entonación obviamente tanguera del cantante y los sonidos un tanto lejanos de la guitarra rockera no evitan la fragancia punk que perfuma un disco de "tango de garage", como leí en algún diario en estos días de festivales tangueros porteños.
Tripascorazón es un trabajo seductor por donde se lo mire. Obliga a una apertura mental para los gustos rockeros tradicionales, es cierto, pero quien se deje llevar por él encontrará más sentimientos y emociones que en decenas de discos que se ponen caprichosamente en la batea de rock.

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