¿Qué decimos cuando decimos “rock indie”? Se ha polemizado y confundido su verdadero significado tornándolo casi inutilizable ya que para poder entender de qué hablamos cuando decimos “indie” tenemos que establecer un acuerdo para ver si estamos hablando de lo mismo.
Indie es la reducción del término inglés independient que, obviamente, significa independiente. ¿Independiente de quién? En el caso que nos ocupa la independencia se establece de los sellos de grabación grandes o “majors”. Pero ¿por qué hay que trabajar independientemente de las grandes compañías que podrían garantizar una perfecta distribución en cualquier lugar del mundo, promoción y publicidad y, por lo tanto, volúmenes de venta grandes? Es que la independencia es artística más que comercial y ambas inevitablemente van de la mano.-
Veamos las cosas desde el garage de la banda del barrio. El tema es rockear toda la noche, componer tus temas y tocar para los amigos. Si la bola se hace un poco más grande y los conciertos empiezan a tener alguna gente fuera del círculo familiar-amistoso más conocidos como fans, la cosa cambia. Uno tiene la idea salvadora: grabemos un demo y que lo escuchen en una grabadora.-
Pasemos ahora al escritorio del empresario de la grabadora. El tipo escucha el demo y la banda es buena. Les propone editar el disco. Publicarlo. Sacarlo a la calle. Para eso, amigos, hay que poner dinero. Y la gran pregunta es ¿quién lo pone? Porque hay un tema central: nadie quiere poner dinero para perder, ni los chicos del garage ni el señor del escritorio. Lo interesante, para ambos, es que el disco se venda, porque si no vende la plata que se pone (en estudio de grabación, master, producción artística, ingeniero de sonido, copias, cajas, booklets, publicidad en revistas, rotación en radios, distribución en disquerías y un largo etcétera) se va por la rejilla. Todos queremos que el dinero que invertimos sea rentable, es decir, que nos vuelva más gordito de lo que salió. Si pongo diez mil, quiero que me vuelvan por ventas más que eso y cuanto más vuelva, mejor. Es como cuando compramos champú o desodorante: queremos pagar lo menos posible, que nos dure meses y además oler y brillar como estrellas de Hollywood.-
Pero, claro, tratándose de dinero, va a haber problemas. El señor del escritorio, si pone el dinero, también va a poner condiciones. Es que si no hay condiciones, no hay dinero y la banda vuelve al garage. El que pone el dinero manda y esta es la gran cuestión. Las condiciones de las grandes compañías son tan exigentes que desvirtuarán el proyecto original: pondrán un productor que modificará el sonido de la banda para hacerlo más... comercial. Les dará una muy baja participación en las ventas. Los obligará a larguísimas esperas en radios y programas de mala muerte y otro largo etcétera.
El objetivo es que el disco sea rentable, es decir, que la plata que pusieron vuelva más gordita de lo que salió. ¿Y si no? Fácil: el proyecto fracasa, la plata se pierde, los discos van a la batea de ofertas y la banda... vuelve al garage pero derrotada.-
La otra opción es la independencia, hacer todo solo. Ser libre de condiciones, de exigencias y horarios. Ser un verdadero artista y no un empleado de una multinacional. El que pone la plata manda dijimos más arriba por lo tanto para mandar la banda va a tener que poner la platita. Para todas las tareas y obligaciones adquiridas cuando se toma la decisión de no depender de nadie. Y, por lo tanto, correr el riesgo de perderla si el proyecto artístico no es exitoso.-
Una aclaración indispensable a esta altura: no estoy estableciendo una comparación de posturas para ver quién gana o cuál es la mejor. Son dos formas de operar distintas en un medio en el que se produce una de las más difíciles situaciones de equilibrio: se juntan el arte con el negocio y hay que procurar que ese equilibrio sea estable.-
Ser “indie” entonces es una postura del artista frente al negocio de la música y serlo o no serlo dependerá del grado de compromiso que el artista tenga con su obra y de los resultados comerciales que de ella espere. El punto en que el artista se plante y diga: no acepto ninguna imposición y mi arte es así contra viento y marea, será el que defina de que lado está. El costo de esta decisión es convertirse en el comandante de su propio destino con todo lo bueno y lo malo que trae, arma de doble filo si las hay.-
A menos que una banda sea diseñada por la compañía discográfica como productos de entretenimiento y no artísticos (los ejemplos más cabales son Bandana y Mambrú), todo músico es en principio independiente. Conservar o no esa condición estará en su campo de acción o de reacción frente a los estímulos del público y de la industria. Sumo fue una banda independiente que editó su primer trabajo por las suyas y que, al adquirir masividad, pasó a formar parte del catálogo de una compañía pero sin entregar ninguna de sus banderas artísticas. Claro, era un producto rentable tal como era y no necesitaban ponerle nada que lo modificase. Equipo que gana no se toca, dicen los DT de fútbol. Divididos es otro ejemplo similar y los Redonditos de Ricota son el paradigma de la independencia compatible con la rentabilidad.-
Ser indie, de ninguna manera, es un estilo o un tipo de música. La música es otra cosa. Si puede decirse que como característica más o menos general se da que los artistas independientes son cultores de un sonido poco entrador para oídos no entrenados. Una música difícil de digerir es muy complicado para vender por lo que los artistas que corren riesgos, generalmente, quedan condenados a producir sus trabajos de manera independiente.-
En otros casos la independencia es una posición ideológica y no habrá forma de fichar a músicos que no quieren tener trato con el capital y la empresa.-
¿Quién no quiere vivir del arte que produce? ¿Alguno no quiere tener una cuenta bancaria bien gordita producto de la venta de sus discos y tener todo el tiempo dedicado a componer o tocar? ¿No sería un sueño lograr un acuerdo con una empresa que se ocupe de todo lo referente al negocio, la producción, la difusión y la distribución y cuide a los artistas como estrellas? Eso sí que sería alcanzar equilibrio estable.-
Lo que parece una condición común a estos músicos es que su interés es llegar al público que valore su arte y su amor por lo que hacen. No importa si pierden plata, no importa si tocan en condiciones pésimas o si viajan en colectivo kilómetros para un concierto ante solo unas decenas de personas. Su pasión va más allá de todo, el arte les sale de los poros furiosamente. Usan todos los medios técnicos que tienen a su alcance: blogs, sitios, mails, recorren disquerías a pie y dejan sus discos en consignación. Lloran de bronca al ver el éxito comercial de esa bandita vulgar que llena bares y teatros tocando nada y no entienden como la gente no puede comprender su propuesta. Sufren y disfrutan lo que hacen con igual intensidad para que otras personas sientan la misma emoción que ellos.
Indie es la reducción del término inglés independient que, obviamente, significa independiente. ¿Independiente de quién? En el caso que nos ocupa la independencia se establece de los sellos de grabación grandes o “majors”. Pero ¿por qué hay que trabajar independientemente de las grandes compañías que podrían garantizar una perfecta distribución en cualquier lugar del mundo, promoción y publicidad y, por lo tanto, volúmenes de venta grandes? Es que la independencia es artística más que comercial y ambas inevitablemente van de la mano.-
Veamos las cosas desde el garage de la banda del barrio. El tema es rockear toda la noche, componer tus temas y tocar para los amigos. Si la bola se hace un poco más grande y los conciertos empiezan a tener alguna gente fuera del círculo familiar-amistoso más conocidos como fans, la cosa cambia. Uno tiene la idea salvadora: grabemos un demo y que lo escuchen en una grabadora.-
Pasemos ahora al escritorio del empresario de la grabadora. El tipo escucha el demo y la banda es buena. Les propone editar el disco. Publicarlo. Sacarlo a la calle. Para eso, amigos, hay que poner dinero. Y la gran pregunta es ¿quién lo pone? Porque hay un tema central: nadie quiere poner dinero para perder, ni los chicos del garage ni el señor del escritorio. Lo interesante, para ambos, es que el disco se venda, porque si no vende la plata que se pone (en estudio de grabación, master, producción artística, ingeniero de sonido, copias, cajas, booklets, publicidad en revistas, rotación en radios, distribución en disquerías y un largo etcétera) se va por la rejilla. Todos queremos que el dinero que invertimos sea rentable, es decir, que nos vuelva más gordito de lo que salió. Si pongo diez mil, quiero que me vuelvan por ventas más que eso y cuanto más vuelva, mejor. Es como cuando compramos champú o desodorante: queremos pagar lo menos posible, que nos dure meses y además oler y brillar como estrellas de Hollywood.-
Pero, claro, tratándose de dinero, va a haber problemas. El señor del escritorio, si pone el dinero, también va a poner condiciones. Es que si no hay condiciones, no hay dinero y la banda vuelve al garage. El que pone el dinero manda y esta es la gran cuestión. Las condiciones de las grandes compañías son tan exigentes que desvirtuarán el proyecto original: pondrán un productor que modificará el sonido de la banda para hacerlo más... comercial. Les dará una muy baja participación en las ventas. Los obligará a larguísimas esperas en radios y programas de mala muerte y otro largo etcétera.
El objetivo es que el disco sea rentable, es decir, que la plata que pusieron vuelva más gordita de lo que salió. ¿Y si no? Fácil: el proyecto fracasa, la plata se pierde, los discos van a la batea de ofertas y la banda... vuelve al garage pero derrotada.-
La otra opción es la independencia, hacer todo solo. Ser libre de condiciones, de exigencias y horarios. Ser un verdadero artista y no un empleado de una multinacional. El que pone la plata manda dijimos más arriba por lo tanto para mandar la banda va a tener que poner la platita. Para todas las tareas y obligaciones adquiridas cuando se toma la decisión de no depender de nadie. Y, por lo tanto, correr el riesgo de perderla si el proyecto artístico no es exitoso.-
Una aclaración indispensable a esta altura: no estoy estableciendo una comparación de posturas para ver quién gana o cuál es la mejor. Son dos formas de operar distintas en un medio en el que se produce una de las más difíciles situaciones de equilibrio: se juntan el arte con el negocio y hay que procurar que ese equilibrio sea estable.-
Ser “indie” entonces es una postura del artista frente al negocio de la música y serlo o no serlo dependerá del grado de compromiso que el artista tenga con su obra y de los resultados comerciales que de ella espere. El punto en que el artista se plante y diga: no acepto ninguna imposición y mi arte es así contra viento y marea, será el que defina de que lado está. El costo de esta decisión es convertirse en el comandante de su propio destino con todo lo bueno y lo malo que trae, arma de doble filo si las hay.-
A menos que una banda sea diseñada por la compañía discográfica como productos de entretenimiento y no artísticos (los ejemplos más cabales son Bandana y Mambrú), todo músico es en principio independiente. Conservar o no esa condición estará en su campo de acción o de reacción frente a los estímulos del público y de la industria. Sumo fue una banda independiente que editó su primer trabajo por las suyas y que, al adquirir masividad, pasó a formar parte del catálogo de una compañía pero sin entregar ninguna de sus banderas artísticas. Claro, era un producto rentable tal como era y no necesitaban ponerle nada que lo modificase. Equipo que gana no se toca, dicen los DT de fútbol. Divididos es otro ejemplo similar y los Redonditos de Ricota son el paradigma de la independencia compatible con la rentabilidad.-
Ser indie, de ninguna manera, es un estilo o un tipo de música. La música es otra cosa. Si puede decirse que como característica más o menos general se da que los artistas independientes son cultores de un sonido poco entrador para oídos no entrenados. Una música difícil de digerir es muy complicado para vender por lo que los artistas que corren riesgos, generalmente, quedan condenados a producir sus trabajos de manera independiente.-
En otros casos la independencia es una posición ideológica y no habrá forma de fichar a músicos que no quieren tener trato con el capital y la empresa.-
¿Quién no quiere vivir del arte que produce? ¿Alguno no quiere tener una cuenta bancaria bien gordita producto de la venta de sus discos y tener todo el tiempo dedicado a componer o tocar? ¿No sería un sueño lograr un acuerdo con una empresa que se ocupe de todo lo referente al negocio, la producción, la difusión y la distribución y cuide a los artistas como estrellas? Eso sí que sería alcanzar equilibrio estable.-
Lo que parece una condición común a estos músicos es que su interés es llegar al público que valore su arte y su amor por lo que hacen. No importa si pierden plata, no importa si tocan en condiciones pésimas o si viajan en colectivo kilómetros para un concierto ante solo unas decenas de personas. Su pasión va más allá de todo, el arte les sale de los poros furiosamente. Usan todos los medios técnicos que tienen a su alcance: blogs, sitios, mails, recorren disquerías a pie y dejan sus discos en consignación. Lloran de bronca al ver el éxito comercial de esa bandita vulgar que llena bares y teatros tocando nada y no entienden como la gente no puede comprender su propuesta. Sufren y disfrutan lo que hacen con igual intensidad para que otras personas sientan la misma emoción que ellos.
Para ellos es este pequeño espacio y este premio subdesarrollado.
“Un pintor es un hombre que pinta lo que vende. Un artista, en cambio, es un hombre que vende lo que pinta.” Pablo Picasso
“Un pintor es un hombre que pinta lo que vende. Un artista, en cambio, es un hombre que vende lo que pinta.” Pablo Picasso
Mr. E
2 comentarios:
Muy buena explicacion del termino. Aguante Mr. E. Gonza.
Muchas gracias. Aguanto.
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