Casa del Puente - 2014.-
Pocas bandas han logrado conformar una carrera tan sólida como la de Altocamet. El trío original (Mariana, Pedro, Canu) ya lleva quince años de trabajo y ahora han sumado a otro alto crédito marplatense en bajo como Fabián Spampinato. Su discografía es variada en álbumes, eps y discos de remixes que van dejando testimonio de los distintos momentos de la obra de la agrupación. Celosos cuidadores de su estética e imagen han consolidado también una identificación con su ciudad, Mar del Plata, que es para destacar y que, como su conciudadano, me llena de orgullo. Pero todo esto de poco valdría sin una producción artística de talla que lo justifique. Altocamet, aún con naturales altibajos en tanto tiempo de trabajo, es una banda que puede lucir riquezas musicales de alta factura. Y este nuevo disco viene a confirmarlo y a presentar otra inquieta reinvención bajándose claramente del encasillamiento electrónico para dar paso a un trabajo más orgánico en el que las guitarras toman un papel protagónico y las canciones se estructuran sin caer en pasajes hondos y, a veces, monótonos. De ninguna manera esta reorganización implica simplicidad. A mi juicio canciones más luminosas son sinónimo de inteligencia y resolución y el golpe emocional es más certero. Si algo, poco, tenía para reprocharle a Altocamet eran sus búsquedas de "texturas" electrónicas que, en algunos casos, caían en lo rutinario. Con una sonoridad más pop, cierta aspereza guitarrera y una melancolía sin pesimismos que recuerda al gran Gustavo Ceratti, los marplatenses logran por lejos su mejor trabajo en un camino que no se habían puesto a recorrer. Un disco variado, sinuoso y ecléctico que no pierde el carácter y la personalidad de la banda dando un paso bien largo de calidad. Un paso más allá.-
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