Edición: Gourmet Musical, 2018.-
Un libro con ese título no podía estar ausente en los comentarios de este reseñador. Nicolás Igarzábal ha tenido inquietudes musicales muy parecidas a las que tenemos todos los que andamos por este baldío digital en formato blog y él las documentó en un libro que es, para mí, de lectura indispensable y que me despertó gran expectativa al instante de enterarme de su edición. Poder tener una publicación de este tipo es una batalla ganada.-
El autor no hace (y lo celebro) una historia o efemérides del rock independiente en el país sino que efectúa su propio recorte guiado por dos de las bandas más convocantes de la actualidad: El Mató a un Policía Motorizado y Los Espíritus. Alrededor de ellos hace orbitar a muchas otras propuestas (todas o casi todas reseñadas en este blog y varias ganadoras del premio) para conformar un cúmulo de testimonios de boca de los propios protagonistas. Las bandas elegidas no son de la camada de los pioneros sino que ya hacen pie sobre los sólidos cimientos que varios héroes con traje de perdedores pero corazón de hierro nos legaron. Así aparecen las historias, las motivaciones y las ideas de los músicos que son parte de este movimiento indie. La lectura es muy fluida y no hay un hilo conductor que marque un camino. Entre tantas frases y testimonios vale la pena rescatar una genialidad de Maxi Prietto para definir a su banda y condensar el innegable espíritu lúdico que no reniega de lo profesional: "somos un equipo que trabaja seriamente para que esto no se convierta en algo serio".-
Un libro con ese título no podía estar ausente en los comentarios de este reseñador. Nicolás Igarzábal ha tenido inquietudes musicales muy parecidas a las que tenemos todos los que andamos por este baldío digital en formato blog y él las documentó en un libro que es, para mí, de lectura indispensable y que me despertó gran expectativa al instante de enterarme de su edición. Poder tener una publicación de este tipo es una batalla ganada.-
El autor no hace (y lo celebro) una historia o efemérides del rock independiente en el país sino que efectúa su propio recorte guiado por dos de las bandas más convocantes de la actualidad: El Mató a un Policía Motorizado y Los Espíritus. Alrededor de ellos hace orbitar a muchas otras propuestas (todas o casi todas reseñadas en este blog y varias ganadoras del premio) para conformar un cúmulo de testimonios de boca de los propios protagonistas. Las bandas elegidas no son de la camada de los pioneros sino que ya hacen pie sobre los sólidos cimientos que varios héroes con traje de perdedores pero corazón de hierro nos legaron. Así aparecen las historias, las motivaciones y las ideas de los músicos que son parte de este movimiento indie. La lectura es muy fluida y no hay un hilo conductor que marque un camino. Entre tantas frases y testimonios vale la pena rescatar una genialidad de Maxi Prietto para definir a su banda y condensar el innegable espíritu lúdico que no reniega de lo profesional: "somos un equipo que trabaja seriamente para que esto no se convierta en algo serio".-
Capítulos con nombres que refieren a anécdotas se suceden en una amable conversación coral que deja muchos conceptos y posturas que permitirán al lector hacer su propio camino para obtener su conclusión personal o, al menos, conocer a sus agrupaciones predilectas más de cerca.-
Lo que no encontré en el trabajo es una postura personal del autor que permita conocer su opinión personal acerca del valor de esta movida que, como dice Alfredo Rosso, autor del prólogo, constituye parte de una época de oro del rock argentino. Y es que creo que aquellos que nos involucramos en este movimiento de una u otra forma debemos tomar posición no solo desde la mirada estética y emocional sino también desde la valoración conceptual y establecer cuál es el lugar que a la movida independiente le cabe en el rock argentino. El libro valora el hecho que haya frondosas ideas e incontables emociones en bandas que hacen su música por el simple pero gigantesco hecho de hacerla para mostrárselo al mundo sin pedir nada a cambio. Y no digo que haya buenas o malas o mejores y peores. Creo que hay una camada enorme de bandas independientes que desde hace más de veinte años son clasificadas al borde de lo peyorativo y, sin embargo, son el motor creativo que sigue alimentando casi en soledad al rock hecho en el país. Ser "independiente", o "indie", o "emergente" parece quedar confinado a la ignominia y al margen de lo que sería el rock. Y para muchos eso es el rock. Queda claro que es la forma del autor de afrontarlo y de contarlo ofreciendo una detallada huella de parte de la cultura rock de nuestro país pero sin polemizar ni insertar al fenómeno en términos cualitativos en el mapa de la cultura rock de nuestro país. Y acá creo que es donde Igarzabal no cumple con lo que yo esperaba y deseaba durante la lectura de su libro. El rock indie es como un chiste de la historia, el hermano descarriado al que no se puede tomar demasiado en serio porque para seriedad ya hay próceres y alcurnia y estos pibes que desafinan y carecen de todo glamour jamás lo serán.-
Esperaba una conclusión de su parte con una profundidad conceptual a la que no quiso llegar aunque estoy segurísimo que la tiene. Porque el rock argentino independiente conoce su historia pero está flaco de defensores.-
Lo que no encontré en el trabajo es una postura personal del autor que permita conocer su opinión personal acerca del valor de esta movida que, como dice Alfredo Rosso, autor del prólogo, constituye parte de una época de oro del rock argentino. Y es que creo que aquellos que nos involucramos en este movimiento de una u otra forma debemos tomar posición no solo desde la mirada estética y emocional sino también desde la valoración conceptual y establecer cuál es el lugar que a la movida independiente le cabe en el rock argentino. El libro valora el hecho que haya frondosas ideas e incontables emociones en bandas que hacen su música por el simple pero gigantesco hecho de hacerla para mostrárselo al mundo sin pedir nada a cambio. Y no digo que haya buenas o malas o mejores y peores. Creo que hay una camada enorme de bandas independientes que desde hace más de veinte años son clasificadas al borde de lo peyorativo y, sin embargo, son el motor creativo que sigue alimentando casi en soledad al rock hecho en el país. Ser "independiente", o "indie", o "emergente" parece quedar confinado a la ignominia y al margen de lo que sería el rock. Y para muchos eso es el rock. Queda claro que es la forma del autor de afrontarlo y de contarlo ofreciendo una detallada huella de parte de la cultura rock de nuestro país pero sin polemizar ni insertar al fenómeno en términos cualitativos en el mapa de la cultura rock de nuestro país. Y acá creo que es donde Igarzabal no cumple con lo que yo esperaba y deseaba durante la lectura de su libro. El rock indie es como un chiste de la historia, el hermano descarriado al que no se puede tomar demasiado en serio porque para seriedad ya hay próceres y alcurnia y estos pibes que desafinan y carecen de todo glamour jamás lo serán.-
Esperaba una conclusión de su parte con una profundidad conceptual a la que no quiso llegar aunque estoy segurísimo que la tiene. Porque el rock argentino independiente conoce su historia pero está flaco de defensores.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario