Discos Motor - 2018.-
Día 1: Compré el cd de Las Armas Bs. As. con la convicción de haberme dejado un buen recuerdo su debut. El tratamiento rock y blues estilizado terminó por convencerme. Llevo.-
Día 1 a la noche: la tapa del disco me suena forzada. El camión, el chofer Gauchito Gil. La poética de la ruta bonaerense no me termina de atrapar. Escucho el primer tema. Una intro de coros, palmas y cuerdas da paso a un riff simplón. Apago y me duermo. Mañana será otro día.-
Día 2: "Otra vez la policía emocional está patrullando mis versos" me parece un hallazgo y el riff, si bien sencillo, es entrador y el groove me pega mejor. Ahora... el "Blues del gato" me supera. ¡Con armónica y todo! Mejor pongo la radio..
Día 3: ¡"La habitación" es un temón! Con aires Arctic Monkeys y melancolía de amor roto. Este si que está bueno.-
El tono blusero sigue presente pero empiezo a sentirlo un poco más limpio, menos alcoholizado. Un poquito de ritmo bailable para "Lo bueno de estar solo". Ya nos vamos amigando.-
Día 4: Arrancar la mañana escuchando "Hay un chico muerto" te amarga el día. La profunda pesadez de la letra se conecta con una canción viscosa y conmovedora. Salgo a laburar con los ojos todavía húmedos. Pienso: qué bien logrado, qué sentido.-
Día 12: Vengo escuchando el disco a repetición. ¡Qué buen laburo que se mandaron estos tipos!. Rockeros inteligentes que saben poner distintos climas y estilos en una paleta amplia y muy bien dosificada. Blues y rock sofisticado sin perder suciedad ni nervio.-
Al final me terminaron por convencer. El fantasma de Manal y de Pescado Rabioso están siempre presentes pero peinaditos y bien trazados. Y eso que a mí no me gusta el blues ni tampoco soy un bonaerense del conurbano. La banda consigue anticoagular la densidad perezosa del género tradicional. Es que lo que a mi me gusta es Las Armas Buenos Aires.-
Día 1: Compré el cd de Las Armas Bs. As. con la convicción de haberme dejado un buen recuerdo su debut. El tratamiento rock y blues estilizado terminó por convencerme. Llevo.-
Día 1 a la noche: la tapa del disco me suena forzada. El camión, el chofer Gauchito Gil. La poética de la ruta bonaerense no me termina de atrapar. Escucho el primer tema. Una intro de coros, palmas y cuerdas da paso a un riff simplón. Apago y me duermo. Mañana será otro día.-
Día 2: "Otra vez la policía emocional está patrullando mis versos" me parece un hallazgo y el riff, si bien sencillo, es entrador y el groove me pega mejor. Ahora... el "Blues del gato" me supera. ¡Con armónica y todo! Mejor pongo la radio..
Día 3: ¡"La habitación" es un temón! Con aires Arctic Monkeys y melancolía de amor roto. Este si que está bueno.-
El tono blusero sigue presente pero empiezo a sentirlo un poco más limpio, menos alcoholizado. Un poquito de ritmo bailable para "Lo bueno de estar solo". Ya nos vamos amigando.-
Día 4: Arrancar la mañana escuchando "Hay un chico muerto" te amarga el día. La profunda pesadez de la letra se conecta con una canción viscosa y conmovedora. Salgo a laburar con los ojos todavía húmedos. Pienso: qué bien logrado, qué sentido.-
Día 12: Vengo escuchando el disco a repetición. ¡Qué buen laburo que se mandaron estos tipos!. Rockeros inteligentes que saben poner distintos climas y estilos en una paleta amplia y muy bien dosificada. Blues y rock sofisticado sin perder suciedad ni nervio.-
Al final me terminaron por convencer. El fantasma de Manal y de Pescado Rabioso están siempre presentes pero peinaditos y bien trazados. Y eso que a mí no me gusta el blues ni tampoco soy un bonaerense del conurbano. La banda consigue anticoagular la densidad perezosa del género tradicional. Es que lo que a mi me gusta es Las Armas Buenos Aires.-
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